29 de marzo de 2024

Revisiones de vehículos, ¿qué se revisa realmente?

El mantenimiento de un vehículo es vital para su buen funcionamiento. Mientras que antes era habitual contabilizar los kilómetros y pasar por el taller cada 10.000 para una revisión rutinaria, ahora son los propios fabricantes los que, a través del software que ya lleva el vehículo, anuncian a través del cuadro que ha llegado el momento.

Fabricantes, por ejemplo, como Mercedes, incluso avisan de cuál es el tipo de revisión que le toca. Pero es cierto que cada vez las revisiones, previstas por la propia marca, se alargan hasta casi los 30.000 kilómetros dependiendo de loss modelos.

Lo más habitual en una revisión es el cambio de los filtros de aire y la revisión de niveles de agua, aceite o líquido de frenos. A esto, pueden sumarse otras variables como las pastillas o discos de freno  y también, obviamente, el estado de los neumáticos y paralelo.

Pese a que estos suelen ser los básicos, lo cierto es que según va sumando kilómetros el vehículo se hace necesario echar un vistazo a otros componentes y piezas que se pueden ir desgastando y provocando averías incluso más complicadas.

Caso aparte es hablar de la que podría provocar la rotura de la correa de distribución, que provocaría una avería de motor que sumaría cientos de euros a la cuenta.

Es necesario tener la confianza de que los talleres mecánicos cambio correa bilbao saben avisar en revisiones anteriores de cuándo la correa se ha cuarteado y peligra para avisar. De hecho, ya hay vehículos que en vez de esta pieza llevan cadena de distribución, evitando esto.

¿Por qué esta revisión es quizá de las más importantes? Lo primero es entender su función: la correa sincroniza el árbol de levas (quien mueve las válvulas) con el cigüeñal (encargado de mover los pistones). Con ello es como el motor es capaz de mover el vehículo.

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Dejar sin tomar en cuenta esto hace que, con el tiempo, el material en el que están hechas, comience a cuartearse, lo que puede provocar en un momento dado su rotura y, por tanto, generar una de las averías más caras.

Sin embargo, cogerlo y cambiarlo a tiempo puede suponer una factura que parte de (siempre según el modelo de vehículo y de los rodillos tensores) de aproximadamente 350 euros.